En estos días está amaneciendo un nuevo curso pastoral. Como en todo amanecer, el cielo está poblado de estrellas. Cada uno de los destellos que contemplamos en el horizonte oscurecido por la falta de luz puede ser, si así lo miramos, una esperanza nueva, una posibilidad nueva en un entorno en el que abunda la oscuridad, tantas desilusiones y desesperanzas que parecen oscurecer la posibilidad de algo nuevo para muchas personas.
Pero si no nos dormimos, si miramos activa y confiadamente intuimos que algo nuevo está por venir. El amanecer no siempre es cálido, a veces resulta frío. Pero el sol aparece, y cuando despunta por el horizonte todo el entorno, toda la realidad que me rodea adquiere un nuevo tono, colores que parecían no existir van mostrando su auténtica imagen, su ser más profundo. Y la calidez de su luz también nos conforta.
Y cada año, cada día trae consigo sus propias luces, oscuridades y amaneceres, sus propias señales. “Decía Jesús a la gente: “Cuando veis una nube por el poniente, decís enseguida: “Chaparrón tenemos” y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: “Va a hacer bochorno” y lo hace. Hipócritas, si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?”
Este nuevo curso que hemos comenzado es una llamada de Dios a estar atentos, como cristianos, a las señales humanas que, en definitiva, terminan siendo señales de Dios si las queremos mirar con los ojos de Dios y leerlas con el lenguaje de Dios. Estamos ante una nueva oportunidad para leer, a través de los acontecimientos presentes, el futuro que Dios nos pide. Este es un nuevo curso en el que se nos invita a leer la voluntad de Dios en los acontecimientos humanos, en la vida de nuestro Movimiento y de la Iglesia; y, por supuesto, en nuestra propia vida.
La Fuente de referencia para el cristiano es, sin duda, la Palabra de Dios. Pero tenemos otro libro que no cabe en el bolsillo ni se coloca en la estantería; es el libro de “los signos de los tiempos”. Desde la Biblia y desde los documentos del Magisterio aprendemos el lenguaje para leer el “libro de los signos”. En el texto del capítulo 12 de Lucas, Jesús se lamenta de ese “nuevo analfabetismo” que lleva a tanta gente, incluso a los que nos llamamos cristianos, a no ser capaces de leer las señales que cada día nos envía el Señor en los hechos y acontecimientos de la vida ordinaria.
Hemos iniciado el nuevo curso desde el Corazón de Cristo. Este Corazón es el del Amor. Amaremos si nos dejamos amar; iluminaremos si nos dejamos iluminar; para iluminar desde el Corazón de Cristo no podemos quedarnos en lo que ya pasó, sino abrirnos desde su Luz a lo que está sucediendo. El Corazón de Cristo ve perdón donde el hombre sólo ve pecado, ve vida donde el hombre ve muerte, ve esperanza donde el hombre ve sólo cruz.
¿Acomodados, resignados, cansados, rutinarios…? Que ninguno de nosotros tengamos que escuchar de Jesús, como cristianos, como Movimiento y como Iglesia que nos diga “¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?”
MANUEL SÁNCHEZ GÓMEZ Consiliario del MCC – Córdoba
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