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Mi reencuentro con el Señor

   Aunque desde pequeño había estado en contacto con el Señor y llevaba una vida no alejado totalmente de Él, lo cierto era que mi fe estaba como dormida hasta que en el  año 82, un gran amigo me invitó a subir a hacer un Cursillo. No tuvo que insistir: yo ya lo conocía y, sobre la marcha, le dije que sí. Fue el momento que el Señor me tenía preparado para reencontrarme con Él.

   En el Cursillo volví a oír que: “el Reino de los cielos es como el mercader que encontró una perla preciosa y vende lo que tiene para comprarla”, y ahí comprendí que merecía la pena dejar otras cosas para conseguir estar cerca del Señor.

   A los cuatro años subió mi esposa, Carmen, y a partir de ese momento comenzamos a caminar juntos con bajos y altos, con luces y sombras…. Y, después de hacer un Cursillos de Matrimonios, nos incorporamos en una reunión de matrimonios que fue decisiva para agarrarnos, unos a otros, y juntos caminar en nuestra vida cristiana, hace ahora unos 29 años. Y así seguimos.

   Este grupo ha llegado a ser una pequeña comunidad donde, sintiéndonos miembros de la Iglesia, hemos ido creciendo en formación y madurando nuestra fe, haciéndola presente en cursillos prematrimoniales y también en los de Cristiandad.

   Estuvimos en la Escuela de Cursillos bastantes años, en ocasiones interrumpidas temporalmente, por cuestiones de trabajo una veces, por causas de salud otras, y por motivos familiares otras.

   Aunque nunca hemos estado desvinculados de nuestra parroquia, actualmente estamos más implicados, colaborando en distintas actividades propias de la comunidad parroquial, como son: son Cáritas, catequesis y liturgia,  y participando en aquellos actos donde podamos testimoniar nuestra fe y poner nuestro granito de arena en la evangelización.

   Los pilares para mantener una fe viva desde que se despertó en aquél primer Cursillo hace ya 29 años, son los que siempre decimos en el Cursillo: Oración, Formación y Acción. Esto que tanto repetimos en el Cursillo no es retórica, sino  pura necesidad para seguir caminando hacia el encuentro con Padre.

Servando Fuentes García-Salazar
Cursillo nº 550

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