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Jesucristo me liberó de mi ceguera

   Cuando hice el Cursillo no estaba alejado de Dios, pero Él no influía en mi vida, y así continué después. Pasado un tiempo, mi mujer, Celia, hizo el Cursillo y, en seguida, hicimos el de Matrimonios, que supuso un punto de inflexión en nuestras vidas.

   Empezamos a asistir a los actos del Secretariado, y yo me incorporé a una reunión de grupo y de matrimonios. Previamente a ser miembro del Secretariado de Cursillos de Córdoba, hice varias cocinas y la experiencia me llevó a descubrir el servicio y entrega a los demás.

   Vivir la presencia del Señor en mi vida. Fue el principio del cambio en mi corazón, y el servicio comencé a realizarlo en mi casa y, más tarde, en mi Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas de Córdoba. En el trabajo ya lo hacia porque, es curioso, me sentía comprometido u obligado a ello.

   La preocupación por los demás cristalizó en fundar, junto a un grupo de amigos, en su mayoría de Cursillos, la Asociación sin ánimo de lucro “Vida y Supervivencia”. El origen fue que mi cuñada María del Carmen, hermana de mi mujer, Religiosa de María Inmaculada y misionera en el poblado de Beleko, República de Mali (África Occidental). Nos acercó a las necesidades de aquella misión. Saber de primera mano la precariedad de vida de niños y jóvenes en aquellos lugares, nos motivó a ayudar en lo que estuviera a nuestro alcance. Tengo que decir que desde 1996, año de la fundación de la Asociación, hasta nuestros días, no se han dejado de atender los proyectos y necesidades que se nos han presentado y eso que, hace tres años empezamos a apoyar proyectos en Bolivia y Senegal.

   El servicio a la parroquia lo presto en el consejo económico y, entre otros menesteres, soy el “tenedor de libros”. Colaboro  en la pastoral de familia dando cursillos prebautismales y prematrimoniales. Es un pequeño servicio, pero es un granito de arena que me permite estar presente en la parroquia.

   Doy gracias al Señor por el cambio de mi vida, por el cambio de mi corazón, porque en él es donde aquel se produce. Servir, por amor, a mi familia fue mi gran paso, pues vivía sin ver lo que obviamente debería de haber sido y que no era otra cosa que amar a los “míos”. Jesucristo me liberó de mi ceguera, de mi comodidad  y otras limitaciones que, aunque ahí están, yacen como muertas y estoy atento para que no me dominen.

Ángel R. Vicente Montero
Cursillos nº379

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