Llevaba desde los doce años queriendo hacer mi Cursillo, deseando sentir esa llamada. Siempre decía “A los dieciocho hago el Cursillo”, pero el Señor me llamó un poquito más tarde. A mis diecinueve años hice el Cursillo 330 de Jaén. ¿Quién me iba a decir que lo haría allí? Fueron tres días en los que hubo un repentino parón en mi rutina y que supusieron un punto de inflexión en mi vida. Y además tuve la suerte de ir con mi padre, quien, aun dándome mi espacio, estuvo siempre ahí para apoyarme y compartir esa vivencia conmigo. ¡Y qué vivencia más conmovedora!
Ahora vivo mi cuarto día con fuerza, esperanza y sobre todo Fe. Evidentemente los problemas siguen ahí, pero ahora se ven de otra manera, porque sé que Dios está conmigo, que no me deja sola. Y gracias a mi familia, que me educaron en la Fe, a mis amigos, que aun sin comprenderme del todo me escuchan y apoyan, y a mi comunidad, que me ayuda a mantener viva mi Fe, soy capaz de seguir viviendo mi cuarto día todos los días. Además, mi hermano, Lorenzo, también es un gran apoyo para mí en lo que a la Fe respecta. Al contrario de lo que pueda parecer, él está muy cerca de Dios. Como yo, recibió desde pequeño una educación basada en la Fe cristiana, y aunque parezca que por tener Síndrome de Down no comprende quién es Dios, realmente no es así.

Hubo un día en el que habíamos asistido a los Oficios del Viernes Santo, y habían colocado la Cruz de Jesucristo para que cada uno se acercase a limpiar su cuerpo con un algodón impregnado en óleo perfumado. Lorenzo estaba justo delante de la Cruz, y, de la nada, se echó a llorar y sin tomar siquiera el algodón volvió a su asiento. Me emocionó mucho ver cómo comprendía y vivía lo que estábamos celebrando.
A mi hermano desde siempre le ha apasionado la música, y tiene una memoria increíble para las canciones. Una vez, mis padres estaban planeando las canciones que cantaríamos en una Ultreya, se quedaron atascados porque no sabían qué canción elegir para un momento determinado de la celebración, y así estuvieron dos o tres días. Lo comentaron estando mi hermano y yo con ellos, y Lorenzo, sin dudarlo, les dijo una canción… ¡y dio en el clavo! Fue su canción la que acabamos cantando.
No fue hasta después de hacer el Cursillo que me di cuenta de cuántas personas hay a mi alrededor que, sin yo saberlo, me acercan un poco más a Dios. Me di cuenta de que no hacen falta grandes acontecimientos para encontrarse con Dios, de que está en todas las cosas pequeñas del día a día. Pero con personas que te apoyen y te acompañen se hace más fácil el camino.
Inés Conforto Sánchez – Cursillo nº 330 de la Diócesis de Jaén
Comparte tus opiniones
Sin comentarios