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¿Conoces el origen del Santo Rosario?

Llevo toda la vida viendo y escuchando como mis padres y abuelos rezaban juntos, en comunidad, o a solas el santo rosario. Recuerdo como mi abuela se sentaba en una mecedora con el Rosario en la mano y entraba en una especie de letargo donde todo su cuerpo se centraba en esa pequeña cadena de cuentas. Sus dedos recorrían de arriba a abajo cada bolita y su boca susurraba una y otra vez la misma oración.

Decía San Juan Pablo segundo que  el Rosario lo había acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él había confiado tantas preocupaciones y en él siempre había encontrado consuelo. Y cuantos hemos encontrado sosiego y paz tras ponernos en manos de la virgen. Cuantos hemos visto los problemas, los sinsabores de otra manera tras pasar por cada “Avemaria”, por cada “Padrenuestro”.

«Al desgranar el Rosario, suplicad a la Reina del Mundo por la santidad de la familia» Beato Álvaro de Portillo.

El Rosario tiene su origen en el siglo IX cuando el Occidente cristiano comienza a tener necesidad de alabar a María y utilizan para ello, a modo de repetición, lo escrito en el Evangelio de Lucas (el saludo del ángel Gabriel a Maria y el de Isabel a María) hasta conformar el “Avemaria” ademas de un conjunto de himnos y oraciones propias de las liturgias orientales.

André Duval, citando a Thomas Esser, refiere la existencia de un manuscrito de 1501 conservado en la biblioteca de Munich, en el que indica que el Santo Rosario tuvo su origen primero en la Orden de San Benito y se terminó consolidando gracias a la orden de los cartujos, expandiéndose de la mano de los Dominicos. En los monasterios se recitaban los 150 salmos pero a los fieles o hermanos que no eran sacerdotes ni monjes, al no poder seguir esta devoción, porque la mayoría no sabían leer optaron por un rezo mucho mas sencillo, la de recitar 150 Avemarias. A esta practica se le llamó el “Salterio de la Virgen”.

San Juan Bosco:»Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado».

Sobre el Avemaria podríamos destacar que la segunda mitad de la oración fue añadida a la primera en el siglo XIV pero su uso se hizo universal cuando el papa Pío V promulgó el breviario Romano y mandó que se rezase al principio de cada hora del Oficio Divino, después del Padrenuestro.

Tras la victoria en la batalla de Lepanto , la Iglesia comenzó a celebrar una fiesta anual al rezo del rosario, ya que el papa Pío V atribuyó la victoria sobre los turcos a la intercesión de la Virgen María mediante el rezo del rosario. La fiesta fue instituida el 7 de octubre. Primero se la llamó «Nuestra Señora de las Victorias», pero el papa Gregorio XIII modificó el nombre de la solemnidad por el de «Nuestra Señora del Rosario».

En la actualidad rezamos y meditamos cada uno de lo misterios y se lo presentamos a Nuestra Señora para que interceda por nosotros. Con el rezo del Santo Rosario se alcanza una paz que de otra manera no podríamos conseguir. Nos prestamos voluntarios para ayudar a que el Señor traiga la paz a nuestro mundo haciendo oración por los pecadores y alejando todo mal y nos prepara para recibir al Espíritu Santo y realizar obras siguiendo la voluntad del Padre y el amor de Jesús. Los misterios que se meditan están ligados al amor de Cristo, a la misericordia del Padre, a la fuerza del Espíritu Santo, y a la bienaventurada Virgen María. Es importante porque rezando el Rosario nos acercamos más a Jesús y que la paz plena que pedimos para el mundo se haga presente y real.

«Rezando el Avemaría, somos conducidos a reflexionar sobre los momentos centrales de su vida (la de Jesús), para que, como para María y para San José, Él sea el centro de nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y de nuestras acciones» (Papa Francisco).

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