Toda mi vida se ha desarrollado en una búsqueda insaciable por encontrar a Dios. Por esa búsqueda he iniciado y terminado, después de casado y ya trabajando, una Carrera Universitaria que me permitiese llegar a Él a través de la razón (elijo Filosofía). He leído, he meditado y he escrutado todo lo que he tenido a mi alcance. He participado, con mayor o menor vehemencia e intensidad, en muchas de las vías que la Iglesia nos pone a su alcance. Siempre buscando a Dios y no por conseguir ningún tipo de santidad, ni ningún tipo de beneficio espiritual o material.
Y es en mi edad madura, cuando pido a Dios que me ayude a coger esa mano que me ofrece para dar el paso definitivo hacia Él, porque estoy convencido que es Dios quien causa la fe en el creyente, inclinando su voluntad e iluminado su inteligencia. ¡Y hago esta petición invocando al Señor, insistentemente y con toda mi fuerza para que acontezca en mi vida!
Desde 2006 se suceden en mi historia una serie de fuertes acontecimientos: rotura de dos lumbares, extirpación de un cáncer en Cádiz…, y complicaciones colaterales de esta intervención que me obligan a ingresar por siete meses en Cruz Roja de Córdoba… Dos operaciones quirúrgicas, dos ingresos en UCI para recibir la unción de los enfermos… Y, en medio de todos esos sucesos, y en plena mudanza de Cádiz a Córdoba, un Cursillo de Cristiandad en 2008. ¡FUE UN GRAN ENCUENTRO PERSONAL CON EL SEÑOR!
Y cuando sientes la presencia de ese Dios personal en tu vida vas experimentando como todo va cambiando. Notas como por fin vas consiguiendo un estado de paz mental asociado a la paz interna. Tu satisfacción interior, ya no depende en absoluto de las circunstancias externas, como tener más dinero o mayor cantidad de posesiones materiales. Siento la satisfacción de conocer los caminos del Señor, de saber que siempre estará ahí esperándome, que pueda conectar con Él en cualquier momento y en cualquier lugar, y que se puede alcanzar la felicidad al margen de dramas y problemas que se desarrollen en mí mismo o en mí alrededor.
Y siento la necesidad de darle las gracias continuamente, siento como si el Señor me tuviese hipotecado hasta el final de mis días… Siento la necesidad de seguirle de una forma palpable… El “TRÍPODE”, que nos ofrecieron en San Pablo, me pareció un buen Camino. La Oración y el Grupo de Beato me ayudan un montón para completar la tercera “pata”: pertenecer al Voluntariado de la Pastoral Penitenciaria que, lejos de ser una carga, para mi compañero y para mí se convierte en la mayor satisfacción de la semana, porque el voluntario siempre recibe más de lo que pueda dar a los demás.
¡Tener fe es una gozada!DE COLORES.
Ángel Márquez
Cursillo nº 952
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