Ahora, en este fin de semana, se está celebrando el Cursillo de Cristiandad número 1000 de la diócesis de Córdoba. Y yo he tenido, estoy teniendo el privilegio de participar, de vivir este Cursillo. Estoy, desde el jueves, con un grupo de hombres y mujeres, en la Casa de San Pablo, gozando de la experiencia grande de vivir y compartir lo esencial del ser cristiano: el descubrimiento del Dios que me quiere como nadie, que tiene un proyecto de vida para mi y que quiere que lo viva en comunión con los demás, con mis hermanos. Porque eso, en definitiva, es el Cursillo 1000. Una experiencia de encuentro con Dios, con uno mismo y con los demás. Y en ese sentido, es un Cursillo más, igual que el 999 o que el 1001, igual que el 1 o el 2000 que se vaya a celebrar, Dios lo quiera, en esta diócesis… Cada Cursillo, todo Cursillo, es, al mismo tiempo, igual y diferente. Igual, porque en todos se vive o se tiene la posibilidad de vivir esa misma maravillosa, sorprendente y determinante experiencia. Y al mismo tiempo, diferente, porque cada Cursillo lo hacen posible un grupo diferente de personas, que sienten, viven, comparten desde la realidad de sus propias vidas, siempre únicas e irrepetibles.
Por eso, desde fuera, para el Movimiento de Cursillos, para todos los cursillistas, para toda la diócesis de Córdoba, el Cursillo 1000 es una celebración gozosa, un motivo de Acción de Gracias, de encuentro, de proyección… Pero para nosotros, desde dentro, es nada más y nada menos que un Cursillo más: una nueva ocasión de disfrutar de la acción del Espíritu en nuestras vidas. Un tiempo especial de gracia, en el que podemos discernir la realidad de nuestras vidas, con serenidad y honestidad; en el que podemos reconocer lo que somos hoy y lo que podemos llegar a ser. Un momento en el que descubrir, percibir y experimentar que cada uno de nosotros es locamente amado por Dios en Cristo Jesús, sin condiciones, sin exigencias, sin límites. Y que ese es el mayor regalo que jamás podamos recibir, la realidad última que da sentido a todo nuestro ser y nuestro existir, a todas las grandes y pequeñas cosas de nuestra vida. Un espacio en el que abrirnos al compartir con los demás, en el que darnos cuenta de que realmente estamos ligados a los demás, en el que descubrir que la vida es vida cuando se comparte y se comunica… En definitiva, una nueva y privilegiada oportunidad de contemplar cómo se hace realidad la palabra de Dios hoy, como hoy “los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva”. Gracias a Dios.
Álvaro Martínez Moreno
Cooordinador del Cursillo 1000
Mª José Gómez Espejo
14/01/2012Mi marido está en este Cursillo 1000 y le doy gracias a Dios por haber hecho posible que así sea.Yo tuve el privilegio de hacerlo en el 997 y puedo decir que cada día me siento mejor conmigo misma y con el prójimo.Estoy rezando para que todos los componentes de este Cursillo 1000 abran sus corazones para recibir todo lo que le están transmitiendo en estos tres intensos dias.
Loli reina
14/01/2012Desde Guadalcazar rezamos por el cursillo 1000,para que el Señor derrame su gracia, así como un día lo hizo con nosotros y con tantos cursillistas como han tenido el privilegio de disfrutar de un feliz encuentro con el Señor.Un abrazo muy grande para todos y en especial para mi compañera de Cruz Blanca Lola Almendralejo ,que el Señor os bendiga