A veces, podemos pensar que vivir la fe cristiana debe ser algo personal y propio. No quitándole el sentido no se debe confundir lo personal con lo solitario. Vivir la fe en comunidad es lo que la hace crecer y enriquecerse de todo lo bueno que tienen los demás para ofrecer. ¿Y como vive un joven la fe en comunidad?

Bien, me presento, soy Miguel Ángel y tengo 20 años y soy de la Parroquia de San Juan y Todos los Santos, La Trinidad. Y digo soy, porque tengo un verdadero sentimiento de pertenencia hacia mi parroquia, hacia mi comunidad, puesto que he vivido y vivo grandes momentos ligado a Ella. Actualmente soy catequista de confirmación en el «Grupo de Amigos Contigo» al que cada viernes acudo con ilusión para dar mi catequesis a mi grupo.
Yo comparto mi vida de fe con mi grupo a la par que mi grupo lo comparte conmigo, pues no solo el maestro es el que enseña, sino que también aprende.
Además de impartir formación también la recibo, no solo con los demás catequistas del grupo sino con otros tantos jóvenes de nuestra parroquia. Nuestra formación no se limita a lo teórico, sino que se complementa con la práctica y la vivencia de experiencias con otros jóvenes de la Diócesis. Cada año acudimos a la peregrinación de Guadalupe, el año pasado estuvimos en la PEJ y recientemente, hemos vivido la JMJ en Lisboa. Todas estas experiencias vividas con un grupo de amigos hacen que compartir la fe con los demás merezca mucho la pena.

También en las parroquias se pueden encontrar diversos grupos donde compartir la fe. En mi caso en mi Hermandad de la Santa Faz, también de mi parroquia, de la que soy un miembro activo de su Grupo Joven. Grupo con el que compartir momentos de oración y culto a nuestros titulares y también de disfrutar en otras experiencias de ámbito más cofrade, pero cuyo pilar fundamental es la fe que a todos los cristianos nos une.
Esta es mi vida, la vida de un simple joven en su parroquia, pero como la mía hay muchas más, por eso hay que animar a que cada uno participe en una, tenga una comunidad con la que compartir y disfrutar en la presencia del Señor y de la Virgen. Porque nadie dijo que ser cristiano tenía que ser triste. ¡Alégrate, Dios está Contigo! ¡De Colores!
Miguel Ángel de la Torre Márquez
Cursillo 1.117
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