Rvdo. D. Antonio Murillo Torralbo
El anuncio de que se había fabricado una vacuna eficaz contra el COVID fue una buena noticia para todo el mundo funcionalmente por dos razones: por un lado se alejaba de nosotros la amenaza de la muerte y por otro lado se abría la posibilidad de volver a la vida normal. Dicha buena noticia es pequeñísima si la comparamos con el anuncio de la RESURRECCIÓN DEL SEÑOR.

En primer lugar porque este anuncio no nos dice que se aleja la muerte de nosotros por un poco tiempo, sino que nos afirma con rotundidad que la muerte ha sido absoluta y definitivamente vencida, por eso podemos decir con el apóstol San Pablo «La muerte ha sido absorbida por la victoria. Dónde está muerte tu victoria?» (I Cor 15, 54-55).
Y en segundo lugar porque con la Resurrección de Jesucristo no es que volvemos a la vida normal, sino que se nos abre la puerta de la vida en plenitud, de la vida inmortal, de la vida eterna.
Pero esta Buena Noticia, la mejor noticia de todos los tiempos, sólo podemos darla los cristianos. Porque los ateos y los agnósticos ante la realidad de la muerte no tienen nada que decir, su respuesta es la Nada. Y porque los creyentes de las demás religiones o tienen a sus fundadores o líderes religiosos en grandes mausoleos en donde veneran sus despojos, o tienen sus restos mortales en paradero desconocido. Mientras que nosotros, los creyentes en Cristo, podemos mostrar el Sepulcro donde fue depositado el Cuerpo del Señor, un Sepulcro vacío en el que no hay ni restos, ni despojos porque ÉL está vivo, es EL VIVIENTE, está Resucitado, estuvo muerto pero vive para siempre y tiene en su poder las llaves de la muerte y del abismo (Ap 1,18).
Aleluya. Alegría Hermano.
Feliz Pascua de Resurrección
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