Desde hace dos años tenía pendiente hacer los cursillos de Cristiandad, más por lo bien que me hablaban de ellos que por mi interés, pues creía que serían otras charlas más como tantas he escuchado.
Cumplía con mis compromisos como cristiana pero dejándome llevar, apática, sin entusiasmo y sin ordenar los conocimientos que tenía.
Entré tranquila y el ambiente era familiar aunque la mayoría no nos conocíamos.
En la capilla, el primer tema del que nos hablaron esa misma noche fue sobre la FELICIDAD, y pensé “¡Dios mío, parece que me lo están diciendo a mí, con el estado de ánimo tan triste que tengo siempre!”
A partir de ahí absorbí todas y cada una de las charlas y meditaciones que tuvimos. Nos enseñaron a tener una vida cristiana-personal plena pero siempre con humildad, humanidad, ALEGRÍA… y a confesar sin miedo.
En tres días cambió completamente mi relación con Dios, empecé a interpretar correctamente su Palabra. Ya no sólo quiero a Dios, LO AMO por su bondad, por su misericordia, por su paciencia, por su ALEGRÍA.
Me pregunto una y otra vez por qué no habré hecho antes los cursillos, por qué no he conocido antes a mis cursillistas, a mis compañeros y a mis sacerdotes, que me hicieron ver que siempre hay tiempo para cambiar porque Él está siempre ahí, esperando. Le doy gracias a Dios todos los días por su paciencia conmigo.
– Salí de la clausura emocionada, pletórica…¡¡Quién lo diría!!
Gema
Cursillo 1106
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