El pasado jueves, día 21 de Abril, la Escuela de la Sierra recibía la grata y querida presencia de un antiguo miembro de la Escuela y ahora sacerdote diocesano, D. Jesús Linares, hijo de un matrimonio activo de nuestra escuela. Actualmente, D. Jesús Linares ejerce su ministerio en la Parroquia y Colegio de la Santísima Trinidad de la capital cordobesa, siendo también Delegado Diocesano de Juventud. Tras nuestro tiempo de oración delante del Sagrario, se nos informaba de los avisos y el ponente comenzaba su exposición. Toda la charla era enfocada en torno a la pregunta: ¿Por qué se alejan los jóvenes? Los jóvenes se alejan y esto es un hecho constatable, aunque cuando llegan eventos relacionados con jornadas mundiales, peregrinaciones,… la respuesta de los mismos es sorprendente y su afluencia, masiva. Los jóvenes atraviesan una serie de etapas a lo largo de su vida en las que, durante la infancia, son guiados por sus familiares más directos, pero llegada la adolescencia, todo cambia, ya que el joven se revela contra todo y es cuando empieza a plantearse los grandes interrogantes de la vida. Se trata de una etapa en la que hay inconstancia e inmadurez. El joven vive en una etapa de sueños y comienzan los primeros enamoramientos. Entonces descubrimos que el encuentro con el Señor no llega a todos por igual. En este momento nos pone el ejemplo de vida de San Agustín. Otra de las ideas que el ponente nos dejó es que no se empieza a ser cristiano por que uno quiera, sino por un encuentro con el Señor, bien a través de una persona, un acontecimiento, una vivencia,… Después se conoce a Jesús y a continuación se le ama. El gran problema es que no se puede amar lo que no se conoce y la verdad es que los jóvenes no conocen a Jesucristo, y lo poco que conocen es lo que les llega desde fuera. Por tanto, ¿Cuáles son las causas que hacen que los jóvenes se alejen cada día más de la Iglesia? Las causas son muchísimas. Otro factor importante es la familia, ya que ella fue, es y será una verdadera escuela de valores cristianos, es decir, es una iglesia doméstica, como nos decía San Juan Pablo II. El problema está en que los jóvenes no tienen iglesia doméstica que los acompañe y guie. Entonces, ¿qué está ocurriendo?. La respuesta es bien sencilla, y es que hace falta un buen encuentro con el Señor, para conocerlo y amarlo, y así todos podremos alcanzar la felicidad plena, y en concreto los jóvenes, que son los que más la persiguen. Hace falta contagiar a los jóvenes la alegría y la felicidad que supone vivir el Evangelio, ya que no nos quita nada, y nos ayuda a vencer el miedo para ser capaces de descubrir que Jesucristo es una persona en la que se puede confiar. Uno de los retos que se nos plantea es que tenemos que conseguir que los jóvenes se enamoren de Jesús de Nazaret, para que sea posible el tener una vida plena, donde se construye un mundo mejor. No podemos esperar a que los jóvenes nos vengan, sino que tenemos que salir a su encuentro. Además debemos adaptar el mensaje del Evangelio a quienes tenemos delante, para que su fe vaya creciendo y madurando. Una vez que los jóvenes descubran al Señor, necesitan un acompañamiento hasta que comiencen a caminar. El Papa Benedicto XVI nos alienta a que quien ha descubierto a Cristo, tiene la misión de guiar a otros a Dios. No podemos ser pesimistas sino alegres en esta misión. Finalizada la charla, se mantuvo un diálogo entre todos los miembros presentes, antes de despedirse mediante una oración final.
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