Como siempre, el Señor, apenas nosotros hemos dado un pasito para ir a San Pablo, es Él el que ha recorrido la mayor parte del camino y nos ha manifestado todo su amor. Ha sido como un ir caminando hacia la casa del Padre donde nos ha esperado y al llegar a Él hemos tenido un encuentro intimo donde hemos sentido su caricia, comprensión y abrazo.
Traemos el corazón lleno de esperanza y alegría, ya que hemos dejado atrás ese hombre viejo porque al encontrarnos con la luz de Cristo venimos perdonados y renovados por la luz que percibimos en nuestra vida.
Los ejercicios los hemos basado en la novedad que supone Cristo para nuestras vidas que siempre nos invita a tener un corazón nuevo y lo que esto debe suponer para nosotros.
Hemos reflexionando sobre la centralidad del Evangelio (las Bienaventuranzas) por lo tanto no ha sido un monte Tabor donde nos hemos querido quedar allí por lo bien que estábamos, sino un reconocer que Jesucristo se vive en los hermanos más necesitados y en todos los que nos rodean.
Y como no con ganas de seguir evangelizando y sirviendo a la Iglesia desde nuestro movimiento al que hemos tenido muy presente en todas nuestras oraciones
Gracias Señor por este regalo que nos ha hecho.
Gracias Movimiento de Cursillos porque ha posibilitado una vez más nos acerquemos a al manantial del agua que el Señor le ofreció a la Samaritana.
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