El año anterior a mi cursillo 2015, quizás fue uno de los peores de mi vida, por no decir el peor, se me acusó de algo que no había hecho. Amigos y familia a los que quería y yo creía que ellos también a mí, se volvieron en contra, me apartaron de sus vidas, sin ni siquiera darme opción a dar una explicación de lo sucedido.
Así pasaban días y días sin ver salida al problema y lo que más me dolía era que gente a la que consideraba “mía”, poco a poco me iban dando la espalda. Lo que se llama una “decepción en toda regla”
A pesar de todo, mi fe se mantenía firme, aunque en algunos momentos me empezó a fallar, comencé a dudar.
“¿Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Pedía al Cielo alguna señal que me hiciera ver que Dios estaba conmigo. Y Dios siempre escucha, pues sin saber cómo, ni por qué, al año siguiente me vi en la Casa de San Pablo para hacer el Cursillo de Cristiandad.
Cuando entré, me dije: “¿Quién me ha mandado a mí venir aquí?. Pero algo me hizo ver que estar allí, era la respuesta de Dios a tantas veces como yo le había llamado en mis momentos de amargura.
Fueron unos días maravillosos en los que me encontré con Dios cara a cara. En los que recordaré siempre que Él está con nosotros, que Dios nunca nos abandona. Solo hay que estar atentos a su llamada y saber que sus tiempos no son los nuestros.
Os puedo asegurar que mi vida cambio a raíz del cursillo. Mi problema era el mismo, pero visto desde los ojos de Dios. Aquello lo cambio todo.
Mi confianza en Él empezó a ser tan grande que comencé a ser otra vez, yo con mis cosas buenas y malas, como todo el mundo, pero con una seguridad en mí misma, como nunca la había tenido.

Al salir de allí… el cuarto día empezó a ser el inicio de mi nueva forma de caminar… ya contaba con la hermana Lucy, que había hecho el Cursillo, ella fue la que estando yo en el COMEDOR SOCIAL VIRGEN DE ARACELI, me invitó a subir al Cursillo.
Este Comedor nace de una realidad que las Cáritas parroquiales detectan entre sus usuarios; algunos, por enfermedades y otros por deficiencias de distinto tipo, no pueden cocinar los alimentos que ellas proporcionan; aprovechando que hay unas instalaciones cerradas de una residencia de ancianos y que pertenecen a la parroquia, activan la creación de un comedor social sufragado por todas las Cáritas parroquiales, y aprovecharon que estaban en esa residencia, unas monjas del Sagrado Corazón, y ellas se encargaron de regentarlo.
Nuestro voluntariado consiste en estar a las órdenes de la cocinera en todas las labores pertinentes de la cocina, preparar los alimentos, limpiar y pelar las verduras, etcétera, después una vez cocinado servir la comida a los usuarios con mucho cariño y dejarlo todo recogido para continuar atendiéndolos al día siguiente.
Cada vez más convencida de que Dios está conmigo y que permanece en mí y yo quiero estar con Él.
“El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podías hacer nada”Jn15
¡Cómo son los caminos de Dios! No me queda más que decir ¡¡»Gracias Señor por tanto y por todo»!!
María José Hurtado Navarro – Cursillo 1.066
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