Llegué al cursillo con muchísimas dudas sobre la vida, sobre qué camino seguir o qué tipo de decisiones debía tomar. Lo curioso fue que durante esos tres días no me hizo falta hacer ninguna pregunta, simplemente debía escuchar.
El cursillo me ha servido para nutrirme de los testimonios y la experiencia de aquellos que están más cerca de Dios, de los que están más perdidos, de los que sufren y atraviesan dificultades o de los que, sencillamente, están dispuestos a darte todo su amor sin pedir nada a cambio.
Viví grandes momentos en los que sentí el amor de Dios reflejado en cada una de las personas que compartieron esos días conmigo y ahora, siento que formo parte de una comunidad y que tengo la responsabilidad de transmitir parte de ese amor a los que me rodean.
Candela
Cursillo 1091
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