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Mar: Aquí me tienes otro día Señor, y haz lo que tengas pensado, aquí estoy!!!

Sabía dónde y a qué iba. Hacía casi veinte años que había hecho un Cursillo en San Pablo y entonces sí que todo me sorprendió y me hizo salir de la duda y de la angustia terrible en la cual me encontraba. Me ayudó a saber con certeza que Jesús está siempre a mi lado.

Veinte años después, he tenido  que volver a pasar unos años muy difíciles (me dieron la incapacidad absoluta pues me apareció una enfermedad rara con cuarenta y dos años que me ha ido incapacitando y va haciendo mis días más complicados; y tras eso, otra prueba me ponía Dios, pasar siete años con un terrible cáncer que se ha llevado a mi marido,  apenas unas semanas antes de este cursillo. Estos últimos años gracias a mi Fe, he podido llevar todo este  dolor con dignidad y aceptación y sin hacerme preguntas. Pero no por ello ha sido fácil. El ver sufrir a la persona que amas y que comparte tu vida, es una prueba terrible. Y noventa sesiones de quimio,  metástasis de pulmón y de hígado en cuatro años, es muy difícil  llevar si no tienes una gran Fe.

Mi enfermedad, me ha hecho conocer a Luisa,  una gran mujer, compartimos las dos la misma enfermedad desde ya mucho tiempo, es una gran persona. Cursillista desde hace años, Luisa Bustos.  El marido de Luisa y  mío compartían la misma enfermedad. Mi hija, amiga y compañera de ETEA de su hijo pequeño… muchas coincidencias. Nos veíamos con frecuencia para darnos fuerza una a la otra. Y ella me hizo el regalo que más necesitaba, después de estar presente y acompañarme en los instantes de la muerte de mi marido, quiso regalarme el Cursillo 1102. Por ese matrimonio ejemplar acepté, por rezar por ellos y acompañarles en ese Cursillo, y porque sabía que iba a hacerles muy felices el que yo lo hiciese.

Yo sabía que ese era también el mejor regalo que yo podía tener en ese momento. Mis expectativas no me defraudaron, me hicieron ver que aquel Cursillo también Dios me lo estaba regalando; necesitaba sentir que Jesús no me dejaba, necesitaba fuerzas para no dudar ni un solo instante de la voluntad del Padre. Necesitaba no caer en una profunda depresión ante tantos años de sufrimiento físico y psíquico. El Cursillo es el Prozac, el Valium, el antidepresivo más potente  que he podido tener; en este Cursillo he podido dar gracias a Dios por mi enfermedad,  he descubierto que gracias a ella, he podido ser mejor, al saber lo que es el dolor. Yo estaba preparada para atender a alguien que tuviese que sufrir; y si un cáncer tenía que entrar en un hogar, ningún hogar sería mejor que el mío para saber cuidar  con todo el cariño, ternura y dedicación que se merece cualquier persona que tenga que morir por esa enfermedad. Daba gracias a Dios por la paciencia que me ha dado para cuidar a mi marido y daba gracias por la cantidad de amor que él me ha dejado al partir.

He rezado y pedido mucho por todos, he sido capaz de ser más comprensiva, menos crítica, que siempre era mi defensa ante mi falta de seguridad…. he aprendido en este Cursillo que Dios tiene algo pensado para mí, y que se me irá manifestando cada día. Solo debo seguir escuchándolo como hasta ahora. Y cada amanecer seguir diciéndole:

“aquí me tienes otro día Señor, y haz lo que tengas pensado, aquí estoy!!!”.

Mil gracias a los que habéis hecho capaces de que este Cursillo 1.102 fuese tan fantástico!!!

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