#

Esa persona soy yo

   Recuerdo aquél joven que pasaba de ir a misa y prefería estar con sus amigos en el bar tomando café, e incluso, tenia amigas las cuales iban a misa, y él y sus amigos se reían de ellas los domingos iban a misa. Después pasó el tiempo y, en la vida de ese joven, algunas cosas cambiaron y, por circunstancias de la vida, leyó en un cartel del camino neocatecumenal que habían unas catequesis para adultos. Por curiosidad, esa persona se acercó a las catequesis, y allí conoció un grupo de jóvenes  que rezaban habitualmente el rosario, en la casa donde se les daba a los niños catequesis; iban a misa, cosa la cual esa persona no hacía. Con el tiempo dejó el camino neocatecumenal y, poco a poco, fue integrándose en el grupo de jóvenes de la parroquia de San Miguel de Villanueva de Córdoba, en el cual, sigue formando parte activa en la actualidad.

   No se quien, a ese grupito de amigos los invitaron a un Cursillo de Cristiandad y lo hicieron,  pero por lo que fuera, esa persona no lo hizo, lo dejó para otra ocasión. Como habréis oído en miles de ocasiones, no era el momento. Su momento fue el Cursillo nº 909. Parece increíble… Esa persona que prefería  el bar a ir a misa; el rezar el rosario, una vez a la semana, con su grupo de amigos; el participar de la vida de la iglesia… El escribir este testimonio son cosas que esa persona nunca imaginó,  pero he de reconocer que esa persona soy yo.

   La verdad es que fue un Cursillo maravilloso. Estuvimos diecisiete cursillistas en san Pablo. Allí vi, y comprendí, que Dios me quería como era; con mi pasado, con mi  presente y con mi futuro. Lo que tenía que hacer era seguirlo. Siempre he pensado, que el Cursillo supuso un volver a nacer En San Pablo entró una persona y salió otra muy distinta, con el mismo pasado. Algunos pueden pensar que esa persona ya llevaba un proceso de conversión,  al haber conocido a unos amigos que me llevaron a ir acercándome más a Dios, pero os voy a contar que, muchas veces, me daba miedo a hablar de mi fe en público. Recuerdo que, una vez, había una persona que conocía, y dí un paseo para que esa persona no me viera entrar en una iglesia en la cual teníamos una reunión con un sacerdote. Cursillos me quitó ese miedo que tenía, y hoy lo veo como meras tonterías sin importancia; pero me hace pensar de qué me tenía que esconder, si me iban hablar de mi Padre celestial.

   Hasta el momento de hacer el Cursillo, me daba mucho miedo decir en público que era una persona que creía en Dios, y que vive su religión cada día asistiendo a las distintas actividades que organiza mi parroquia. Hoy en día, no tengo esos miedos del que dirán, qué pensaran… Algunos dicen que si somos una secta; y cuando oigo eso me río, y digo…, bendita que me está haciendo un hombre nuevo.

   Cada vez estoy mas convencido de que el sacramento de la penitencia es fundamental para cualquier cristiano. Antes de  realizar mi Cursillo me confesaba muy de tarde en tarde y,  ahora, voy haciéndolo con más frecuencia; y la verdad es que me siento mas liberado de una carga como es el pecado, y más limpio cada vez que confieso. Alguien me contó una anécdota que es la siguiente:

   «Un ganadero tenía unos becerros en el cebadero, y en el verano no  limpió  el corral porque no le hacáa falta. En el invierno, con la lluvia, el corral se puso que casi no se podía entrar para echarle la paja. Como no tenia tiempo y había que hacerlo, decidió que todos los días  le sacaría un carrillo de estiércol. Y así lo hizo. Al día siguiente, el pedazo de corral que limpió estaba igual, pero lo limpió otra vez, y así estuvo por lo menos veinte días. Se dio cuenta que los animales con sus patas le acercaban el estiércol, y la parte que él no limpiaba iba muy poco a poco disminuyendo mientras  que a la parte que limpiaba también se notaba, pero menos» 

   Y yo creo que nos pasa igual. Que no limpiamos nuestro corazón con la suficiente frecuencia. Como podéis observar no hago ninguna cosa que nadie no pueda realizar. Simplemente, trato de ser coherente con lo que creo. No siempre lo consigo, pero ahí está mi Padre Dios que me perdona, a través de la confesión, de mis posibles fallos. Y, otro gran pilar mío, es la comunidad. Los hermanos del grupo de Cursillos que son para mi un referente; sin ellos no sería nada. Sin esa gente que, aunque nos veamos con poca frecuencia, están siempre rezando por ti y se nota. Espero contar con vuestras oraciones para ser más y mejor cristiano.

   Simplemente, me queda, el despedirme y daros las gracias por darme la oportunidad de escribir estas cuatro líneas. Atentamente, vuestro amigo.

Antonio José Gutiérrez Higuera
Cursillo nº 909

 

Comparte tus opiniones

Comentarios

  • antonio jose
    01/05/2012

    siempre que uno escribe algo no sabe si va a gustar yo lo paso muy mal hasta que lo veo publicado si a alguien le servira me gustaria que la gente lo leyera y si le sirve para pensar como es su vida cristiana y que puede hacer para ser mejor me doy por sasfecho solo decirte que gracias a ti por leerlo

  • M. Carmen Molina
    21/04/2012

    Precioso Antonio José. Ojalá todos los jóvenes y no tan jóvenes quisieran dejarse tocar por Dios, como lo hiciste tú. Yo siempre estoy pidiendo porque el Espíritu Santo toque los corazones de los indecisos. Gracias por tu testimonio.

    M. Carmen

Dejar un comentario: