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Vivir y sentirnos dentro de la Iglesia

   Cuando hemos pasado un año de nuestro retiro sabático, nos ha dado tiempo a pensar y valorar la realidad de lo que, en un sentido concreto, ha sido nuestra vida antes y después de nuestro Cursillo. Después de ser un matrimonio normal y que estábamos dentro de lo que se dice que es «vivir y sentirmos miembros de la Iglesia», tuvimos la suerte de tener un encuentro real con el SEÑOR EN UN Cursillo de Cristiandad y darle un sentido y una profundidad total al Sacramento que Conchi y yo habíamos recibido

   Desde nuestro Cursillo, y la entrada posterior en la Escuela de Cursillos, nos hemos sentido siempre como unos privilegiados desde el SEÑOR y esto, a la vez, nos hacía comprometermos de una forma, total y exclusiva, para intentar ser la luz y la sal en un mundo que, desde el Evangelio, nos había dicho el SEÑOR que teníamos que ser en este caminar nuestro. La forma que entendimos fue, la de darnos totalmente y con los carismas que poseíamos en el trabajo que nos fuera encargado. Nunca dijimos no a ninguna de las misiones que nos encomendaban y, como te decía al principio, realmente es ahora cuando le damos mas gracias a Dios, por ser todavía miembros activos, -el cristiano no puede descansar-, y que la Iglesia pueda seguir contando con nosotros.

   ¿Qué laboores hemos realizado realizado durante estos años? La verdad, es que no quisiéramos parecer acaparadores de tareas, y nos resulta más fácil resumirlo en una frase: HEMOS ESTADO SIEMPRE AL SERVICIO DE DIOS, DE LA IGLESIA Y DE LO QUE LA PERMANENTE NOS ENCOMENDARA en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

   Hace unos días, y con el poco tiempo que tenemos (a pesar de estar jubilados), nos entretuvimos en contabilizar y ver los Cursillos, -tanto a nivel individual como los de Matrimonios-, en los que habíamos participado, y nos sorprendió el ver que la suma total era superior a los 75 y que, por haber estado como equipo en algunos Cursillos dados en Gibraltar y Guadix, podríamos decir que somos «casi internacionales”.

   Para ser realmente cristiano, es necesario el tener un encuentro con el SEÑOR y, desde ese momento, darle un cambio y un sentido diferente, -si nos hace falta-, a nuestra vida. Y eso nos pasó a nosotros. Esto no es fácil, pues para poderlo hacer es necesaria la ayuda de personas que nos sirvan de apoyo para ir dándole los giros oportunos, y ser cada vez más felices en nuestra forma de vida. Y ese fue nuestro caso, tuvimos dos personas, en concreto, que fueron los faros y guías que llevaron a buen puerto nuestro caminar. Estos fueron Manuel Hinojosa y Paco Martínez, personas que de forma importante estuvieron al servicio, no solamente de nosotros, sino de todas las personas que en su momento hicimos nuestro Cursillo. Manolo fue nuestro Director espiritual durante bastantes años y Paco fue como un segundo padre para nosotros. Posteriormente, nos hemos ido pegando a bastantes personas que también nos han acompañado en nuestro difícil peregrinar.

   Vamos a terminar, y como resúmen, pues seria interminable el relatar todas las cosas con las que en el Movimiento nos han hecho felices, y que nos han hecho más y má testigos de una de las máximas que Conchi y yo hemos llevado en nuestras vidas, al llevar la buena nueva a todos nuestros ambientes, nos quedamos con una: la gran cantidad de gente joven que han pasado por un Cursillo cuando hemos estado en el equipo, o tantos jóvenes de la escuela que nos han conocido de forma cariñosa y de acercamiento nos han distinguido con el titulo de «tito Paco y tita Conchi».

   Que alegría poder decir que nuestra vida ha tenido sentido porque un día dijimos SÍ AL SEÑOR, algo tan fácil, y tan difícil como es el AMAR al más cercano, al que tienes al lado tuyo.

   Le damos GRACIAS A DIOS por habernos dado la oportunidad de compartir este testimonio.

   Un abrazo y nuestro cariño a todas las personas que en nuestra vida nos han rodeado.

Conchi Jiménez y Paco Duarte
Cursillos nº 479 y 489

 

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