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¡No tened miedo, abrid las puertas a Cristo!

   Hace ya algunos años, cuando subimos a hacer nuestro Cursillo de Cristiandad, fue el Señor quien lo quiso, porque me lo dijeron muchas veces, pero siempre decía que no, y mira por donde, no subí sola sino que tuve la gran suerte de subir con mi marido y poder hacerlo los dos. La experiencia fue maravillosa. No hubiéramos podido decir con palabras lo que allí sentimos; por eso,  desde  entonces y hasta hoy,  compartimos la misma felicidad y animo a todos a que lo hagan. Los primeros fueron nuestros hijos, que gracias a Dios ha querido que también ellos lo hagan.

   Tengo que decir que conocía a Jesús, mi madre se encargó de ello. Me eduqué en un colegio religioso (las hermanas de la Cruz), a las que tengo mucho que agradecer.

   Llegamos sobre las cinco de la tarde, y según pasaban las horas veía una similitud con esa educación de la que os hablaba;  esa campana que nos llamaba, el servicio que allí se prestaba, las personas que el Señor había elegido; en fin, por  todas partes respiraba santidad, algo estaba pasando. Empezaron las charlas, las meditaciones y trabajos de grupo, pero fue delante del sagrario, y cara a cara con el Señor, cuando percibí, y oí lo que me decía, y me pedía; descubrí que invernaba, que era un cristiano muerto,  que lo que tenia que hacer era andar y sin miedo, y así lo hice.

   El cuarto día para nosotros, y digo bien, porque hablamos y nos  planteamos  los dos que no podíamos como cristianos dar la espalda a ninguna inquietud, a ninguna necesidad que tuviera nuestra Parroquia y nuestros hermanos los hombres, ya que sirviéndolos es donde encontraríamos al Señor. Nos dirigimos a la misma, y desde ese  momento es Él quien actúa en nosotros, así que solo tenemos que  escuchar y decir si.

   Desde entonces el Señor es quien conduce nuestras vidas, que fue lo que dispusimos y lo que queremos actualmente.

   Empezamos un Voluntariado en Cáritas Parroquial, ocupándonos de familias necesitadas; nos integramos en un Grupo de Matrimonios (del que tengo que decir  que nos hizo mucho bien, tanto personal como familiarmente); nuestro amigo Álvaro nos invito para que colaboráramos con él en la Delegación de Apostolado Seglar; empezamos a trabajar en un Programa de Enfermos trasplantados; a dar Cursillos Prematrimoniales, y ahora trabajamos el Itinerario de Formación Cristiana de Adultos. En fin, y todo ello, porque el Señor ha puesto a una serie de personas en nuestras vidas, que nos llevan a un mar sin orillas, descubriendo la maravillosa aventura de ser un cristiano comprometido y sin miedo, sabiendo sacar la pata, ya que la metemos mil veces al día para volver a empezar sin más complicaciones,  “Gracias Señor porque has rebelado estas cosas a los sencillos….”

   Además hemos descubierto que no hay que hacer grandes cosas, sino hacerlas; tampoco ser muy inteligente, ya que es posible comerse el mundo con una  sonrisa, que es capaz, sin darte cuenta, de calar el animo de los demás; realizar pequeños favores que apenas se notan o quitarle minutos al sofá para escuchar al hermano que sufre.

   También os tengo que hablar del trabajo, pues todos los días doy gracias a Dios por marcar ese Camino de Santidad, que tan solo con tener pequeños detalles, bien cuidados, con mis ancianos confirman mi ilusión como cristiana, sin miedo y con un si.

Chelo Valenzuela y Manuel Osorio
Cursillo nº 818

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