1. El Espíritu Santo es el principal agente de la nueva evangelización, el que da fuerza a las almas e ilumina las mentes. El Sínodo afirma: “Estamos convencidos, además, de que la fuerza del Espíritu del Señor puede renovar a su Iglesia y hacerla de nuevo esplendorosa si nos dejamos transformar por Él” (n. 5).
2. Toda la Iglesia de Cristo es agente de evangelización. Ningún cristiano puede quedar exento de esta tarea de la nueva evangelización, que proviene de los mismos sacramentos del Bautismo y Confirmación. El Sínodo afirma: “En estos días, muchos obispos, varias veces, nos han recordado que, para poder evangelizar el mundo, la Iglesia debe, ante todo, ponerse a la escucha de la Palabra. La invitación a evangelizar se traduce en una llamada a la conversión” (n. 5).
3. La jerarquía de la Iglesia, el Papa y los obispos, fue instituida para asegurar al Pueblo de Dios su dirección pastoral y sus medios de crecimiento. El Sínodo afirma: “Sentimos sinceramente el deber de convertirnos a la potencia de Cristo que es capaz de hacer todas las cosas nuevas” (n. 5).
4. La nueva evangelización tiene necesidad de nuevos evangelizadores y éstos son particularmente los sacerdotes y diáconos. El Sínodo afirma: “Hemos de constituir comunidades acogedoras, en las cuales todos los marginados se encuentren como en su casa, con experiencias concretas de comunión que, con la fuerza ardiente del amor atraigan la mirada desencantada de la humanidad contemporánea. La belleza de la fe debe resplandecer, en particular, en la sagrada liturgia, sobre todo en la Eucaristía dominical” (n. 3).
5. Los religiosos y personas consagradas están llamados a para presentar a la humanidad de hoy el rostro de Cristo. El Sínodo afirma: “Son particulares testigos en la Iglesia y en el mundo cuantos el Señor ha llamado a la vida consagrada, una vida que, precisamente porque está dedicada totalmente a Él, en el ejercicio de pobreza, castidad y obediencia, es el signo de un mundo futuro que relativiza cualquier bien de este mundo” (n. 7).
6. La nueva evangelización necesita un laicado adulto y responsable mediante el cual la Iglesia esté presente en los diversos sectores del mundo como fermento de esperanza y amor (Chl 17). El Sínodo afirma: “La secularización y la crisis del primado de la política y del Estado piden a la Iglesia repensar su propia presencia en la sociedad, sin renunciar a ella. Las muchas y siempre nuevas formas de pobreza abren espacios inéditos al servicio de la caridad: la proclamación del Evangelio compromete a la Iglesia a estar al lado de los pobres y compartir con ellos sus sufrimientos, como lo hacía Jesús” (n. 6).
7. La familia es sujeto y objeto de la evangelización. El ministerio de evangelización de los padres cristianos es original e insustituible. El Sínodo afirma: “Los obispos nos vemos impulsados a afirmar que tenemos que desarrollar un especial cuidado por la familia por su misión en la sociedad y en la Iglesia, creando itinerarios específicos de acompañamiento antes y después del matrimonio (..) Las comunidades católicas estén abiertas a acompañar cuantos viven situaciones (irregulares) y favorecer caminos de conversión y reconciliación” (n. 7).
8. La Iglesia es joven porque hay muchísimos jóvenes, que son Iglesia con toda el alma y que lo son de manera muy consciente, llenos del amor a Cristo, sin miedo a manifestarlo públicamente. El Sínodo afirma: “La nueva evangelización tiene un campo particularmente exigente pero al mismo tiempo prometedor en el mundo de los jóvenes, Los jóvenes tienen un papel activo en la obra de la evangelización, sobre todo en sus ambientes” (n. 9).
9. Los catequistas son aquellos que llenos del espíritu apostólico prestan con grandes sacrificios una ayuda singular y enteramente necesaria para la esperanza de la fe y de la Iglesia. El Sínodo afirma: “Quién ha recibido la vida nueva del encuentro con Jesús, a su vez no puede hacer menos que convertirse en anunciador de verdad y esperanza para los demás” (n. 1).
10. A las asociaciones y movimientos laicales se les pide un decidido ímpetu misionero que les lleve a ser sujetos de una nueva evangelización. El Sínodo afirma: “Los cambios sociales, culturales, económicos, políticos y religiosos nos llaman a algo nuevo: a vivir de un modo renovado nuestra experiencia comunitaria de fe y el anuncio, mediante una evangelización «nueva en su ardor, en sus métodos, en sus expresiones»” (n. 12).
+ Ángel Rubio Castro
Obispo de Segovia
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