Comenzamos la mañana en la capilla poniéndonos en manos del Señor. Con un salmo de alabanza y gratitud.
Después nos repartimos por distintas partes de la casa para limpiar y por último compartimos un arroz buenísimo que sabía a gloria.
Es un regalo el poder tener «nuestra casa San Pablo», donde se respira al Espíritu en cada rincón y donde todos hemos sentido al Señor: en la capilla junto al sagrario, en la sala de charlas, en el salón de clausuras, donde cada final de cursillos podemos volver a recordar nuestro cursillo y llenarnos del Señor. Todo es una bendición del Señor.
Y el ratito de convivencia de este día ha sido genial, ¡en San Pablo se respira paz y amor!
!El Señor nos quiere tanto¡
«SAN PABLO, CASA Y COSA DE TODOS»
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