Córdoba, Argentina. En su papamóvil, Francisco derrama ternura y sonrisas entre sus compatriotas. En un momento del recorrido, le pide al chófer que detenga el coche para bajarse porque ha visto a una amiga entre la multitud. “Ya desde lejos te andaba viendo”, le dice a una monja casi octogenaria, y esta se lo come a besos. Después de la escena, el equipo documental, ya a solas con la monja, le pregunta sobre el encuentro y ella comenta que cree que Dios nos bendice enviando al Papa que en cada momento necesita la Iglesia. A mi juicio, esta afirmación me parece muy significativa, pues ¿acaso no desearía este Papa mandar un mensaje inclusivo, por supuesto ad extra, pero también, por qué no, ad intra?
WimWenders, uno de los más extraordinarios realizadores europeos de las últimas décadas, ha sabido poner en este documental todo su oficio al servicio de un único propósito, dejar hacer al protagonista, permitir que todo el largometraje no deje de ser una gran catequesis.
Y Francisco habla, porque Francisco es un hombre de palabra, como bien destaca el título del documental. Y habla con la palabra, propia y también, claro, con la prestada. Y habla con los ojos, y con la sonrisa, y con el dolor de pastor. Y conecta con el espectador que le escucha porque es fácil de entender lo que comunica,y pareciera que igual lo entienden los de dentro como los de fuera. Y uno piensa que eso es bueno, muy bueno, para la Iglesia.
Como recurso cinematográfico, Wenders traza en paralelo un semblante de San Francisco y como las grandes intuiciones del santo de Asís son las líneas maestras que va siguiendo el actual pontificado: reforma de la Iglesia, pobreza evangélica, ecología, ecumenismo y diálogo interreligioso… Y todo ello salpicado de escenas de viajes y homilías a las grandes multitudes, discursos ante Naciones Unidas, Parlamento Europeo, Capitolio… y las reflexiones que el Santo Padre realiza cara a cara con el espectador sobre las cuestiones que va tratando el propio documental, sin obviar algunas cuestiones más controvertidas a preguntas de los periodistas en los viajes en avión.
En fin, una de esas películas de obligado cumplimiento.
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